domingo, 28 de agosto de 2011

Teatro de títeres

Ahora es el turno de 1º 3ª. La profesora María Inés Fantón y yo, María Graciela Torres, estamos realizando una actividad interdisciplinaria Plástica-Literatura. Ya está lista la adaptación abreviada del texto "Enigma en el laberinto" y mañana los chicos comenzarán con María Inés a fabricar los títeres. Cuando todo esté listo, los alumnos representarán por medio de los títeres la obra mencionada.

Se las presentamos a continuación:

“ENIGMA EN EL LABERINTO” de Omar Nicosia – ADAPTACIÓN PARA EL TEATRO DE TÍTERES
ACTO 1
ESCENA 1
La acción transcurre en Elacia, un lugar imaginario de Grecia antigua. Se ve la plaza central de la aldea. En el centro y al fondo, el palacio. En escena están Píramos y Rajamus, dos guardias del palacio, y a un costado, un cartel que dice “Entrada al laberinto”. Es de noche.
PÍRAMOS: ¿Qué opinas?
RAJAMUS: Pienso que ninguno que lo intente tendrá éxito.
PÍRAMOS: ¿Sabes una cosa, Rajamus? Opino lo mismo.
Se oyen ruidos de pasos y un gruñido animal. Píramos y Rajamus, temerosos, toman sus lanzas..
PÍRAMOS (Temblando.): ¿O…oíste e…eso?
RAJAMUS: S…sí… ¿Cre…crees que la… la bestia s…se salió del la…laberinto?
VOZ EN OFF: ¡Claro que sí, cobardes y estoy hambriento!

ESCENA 2
Épiko, el aventurero aparece y lo reconocen. Está vestido de guerrero y lleva una espada.
PÍRAMOS (Riendo.): ¡Épiko, maldito imprudente!
RAJAMUS (Ofuscado.): ¡Insensato, casi te matamos!
ÉPIKO: ¿Matarme? ¿Ustedes? ¡Pero si estuvieron a punto de esconderse, gallinas!
Escuché que decían “ninguno que lo intente tendrá éxito…” ¿Qué ha sucedido?
RAJAMUS: Las cosechas se han perdido, continúa la sequía…
PÍRAMOS: …y las reservas de alimentos se están acabando.
RAJAMUS: La única solución para salvar el pueblo es conseguir la olla de oro, dentro del laberinto. Por eso, el rey Óptimo ha llamado a todos los valientes.
ÉPIKO: ¿Y? ¿Qué ha ocurrido?
PÍRAMOS: En pocos días, cinco jóvenes valientes han entrado al laberinto…
RAJAMUS: …pero ninguno ha salido.
ÉPIKO: ¡Yo entraré a ese laberinto y traeré el tesoro! No parece ser algo tan complicado.
PÍRAMOS: Pero esa valiosa olla está custodiada…
RAJAMUS: …por el temible Monocornus.
ÉPIKO: ¡Caramba!
PÍRAMOS (Burlón.): ¿Y ahora qué dices? ¿Aún lo intentarás?
ÉPIKO: Eeee… ¡Por supuesto! ¡Mañana temprano entraré en el laberinto!

ESCENA 3
Plaza central de la aldea. Varios pobladores reunidos en la entrada del laberinto. Épiko está allí armado con lanza, arco y flechas. Píramos y Rajamus, junto a él. También está el rey Óptimo.
REY ÓPTIMO: ¡Pueblo de Elacia, tenemos aquí un gran problema! Nuestra tierra está siendo amenazada por un enorme y despiadado monstruo, llamado Monocornus, que se ha llevado nuestros tesoros y ha matado a los jóvenes que intentaron desafiarlo en el laberinto. Necesitamos un héroe, ¿quién podrá serlo?
ÉPICO: ¡Su majestad, sus palabras me dan ánimo y valor! ¡Entraré en el laberinto y derrotaré a la bestia!
TELÓN
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ACTO 2
ESCENA 1:
A la mañana siguiente, Épiko está en la entrada del laberinto. Allí descubre a Mimoxa.
ÉPIKO (Sorprendido.): ¡Princesa Minoxa! ¿Qué hace usted aquí?
MIMOXA: ¡Shhh! No levante la voz.
ÉPIKO (Romántico.): Déjeme contemplarla… quizás sea la última vez.
MIMOXA: Ninguna última vez… (Mimoxa extrae de su bolsa un ovillo de hilo dorado.) Usted vencerá al monstruo y le aseguro que podrá salir de acá.
Mimoxa ata un extremo del hilo al cinturón de Épiko. Este observa confundido.
MIMOXA: Este hilo dorado lo ayudará e encontrar el camino de vuelta hasta la salida.
ÉPIKO: ¡Qué bien! ¡Ahora ya nada puede detenerme!
MIMOXA: No olvide al Monocornus…
Épiko se marcha, desaparece de escena.
MIMOXA: ¡Ve, mi héroe! ¡Que Amorosis te proteja! ¡Ve y vuelve a mi lado! Mimoxa ata un extremo del ovillo de hilo en el cartel “Entrada al laberinto” y desaparece de escena.

ESCENA 2
Épiko avanza muy cansado por los pasillos del laberinto.
ÉPIKO: Ahhh… no puedo más… Este laberinto es interminable… y falta el aire. ¿En qué parte estaré?
VOZ EN OFF: (Cavernosa.) Justo en el centro.
Aparece el Monocornus, un monstruo altísimo, con cuerpo de hombre, patas de cabra, cabeza de pantera y un cuerno dorado, de rinoceronte, en la frente. Está sentado sobre una enorme olla de oro que contiene el valioso tesoro. Épiko lo contempla horrorizado.
ÉPIKO: Eres… eres espantoso…
MONOCORNUS: ¡Ja! ¿Y tú te miraste en un espejo? Los humanos son débiles y deformes…
ÉPIKO: ¡Claro! Pero te parecen bien apetitosos, ¿no, bestia?
MONOCORNUS: ¿De qué hablas?
ÉPIKO: No te hagas el tonto. Seguro que devoraste a los cinco valerosos guerreros que te visitaron antes.
MONOCORNUS: Se te pelaron los cables. ¿Yo, comerme a personas? ¿Ves algún hueso por aquí?
ÉPIKO: Te los habrás masticado como postre, anormal.
MONOCORNUS: No me hagas reír, necio. Yo me alimento sólo de musgo que abunda en el laberinto. ÉPIKO: ¿Y entonces, dónde están mis compañeros? Nunca salieron de este laberinto.
MONOCORNUS: Llegaron hasta aquí, no hicieron lo que tenían que hacer y no encontraron el modo de salir.
ÉPIKO: ¿Qué quieres decir? ¿Qué ninguno de ellos te ha enfrentado?
MONOCORNUS: Sí, pero ninguno me ha vencido. Y tú, ¿serás capaz de hacerlo?
Monocornus se incorpora, agita sus brazos y ruge. Épiko retrocede asustado, trata de mostrarse valiente, pero no puede parar de temblar. El Monocornus lo mira y se ríe, se sienta de nuevo sobre la olla de oro.
MONOCORNUS: Calma, humano, calma. Deja de temblar, que no voy a hacerte daño…
ÉPIKO: N…o es…estoy tem…temblando…, es…estoy preca…precalentando. Pre…prepárate a mo…morir, Monocornus. (Épiko muestra la espada.)
MONOCORNUS: ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Qué payaso eres! ¡Me agradas, humanito, y por eso no voy a matarte!
ÉPIKO: ¿N…no? ¿Entonces te rindes?
MONOCORNUS: Escucha, haremos algo mejor que combatir salvajemente…
ÉPIKO (Más tranquilo.): Ah, eso me parece muy bien…
MONOCORNUS: Claro. (Irónico.) Ni yo quiero lastimarte ni creo que tú quieras hacerme daño con tu “habilidosa espada”, ¿no?
ÉPIKO: Tienes mucha razón…, pero dime: ¿Entonces qué haremos?
MONOCORNUS: Deberás resolver un enigma que te formularé. Si lo haces, habrás ganado y podrás llevarte el tesoro, y yo desapareceré para siempre. Nadie hasta ahora ha podido descifrar el enigma, ni siquiera tus compañeros. (Repentinamente feroz.) Espero que tú lo logres, estoy perdiendo la paciencia y tendré que reemplazar mi dieta vegetariana por carne asada de humano tonto.
ÉPIKO: ¡Un momento! Si yo lo resuelvo y tú desapareces… ¿cómo saldré yo del laberinto?
MONOCORNUS: ¿Y ese hilo atado a tu cintura?
ÉPIKO: Lo ató la princesa Mimoxa. Dijo que me ayudaría a salir del laberinto.
MONOCORNUS: ¿Y entonces?
ÉPIKO: No entiendo cómo me ayudará. Lo he frotado para ver si tiene poderes mágicos, pero nada...
MONOCORNUS: ¿No se te ha ocurrido que, cuando abandones el laberinto, podrías encontrar la salida siguiendo el hilo dorado atado a tu cintura, que debe empezar a la entrada del laberinto?
ÉPIKO: Ajá, no lo había pensado.
MONOCORNUS (Carcajada.): ¡Nunca conocí a nadie tan tonto! ¡Me agradas, me diviertes, claro que sí!
ÉPIKO: Bien, monstruo, pero dime de una vez el enigma.
MONOCORNUS: ¿Cuál es el animal que camina en cuatro patas a la mañana, en dos al mediodía y en tres a la noche? Épiko permanece pensativo.
TELÓN
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ACTO 3
ESCENA 1
Plaza de la aldea. Entrada del laberinto. Pobladores. Píramos y Rajamus, el rey Óptimo y la princesa Mimoxa. El extremo del hilo dorado está atado al cartel que dice “Entrada al laberinto”.
REY ÓPTIMO: Hija mía, es inútil. Hace horas que estamos aquí. Épiko ha corrido la misma suerte que los demás jóvenes.
MIMOXA (Mirando de reojo el hilo tensado.): ¡Calla, padre! Presiento que esta vez todo saldrá bien.
PÍRAMOS (A Rajamus, en voz baja.): Y yo presiento que esta chica ha perdido otro futuro marido.
RAJAMUS (A Píramos): ¿Crees que ella ahora podrá enamorarse de uno de nosotros dos?
PÍRAMOS: Calla, bobo ¿Acaso piensas que una princesa va fijarse en nosotros?

ESCENA 2
Épiko sale por la entrada del laberinto. Exhibe con la mano en alto el cuerno del monstruo. Todos aplauden y vivan al héroe. Mimoxa, emocionada, lo abraza.
PÍRAMOS: ¡Bravo, Épiko, lo has conseguido!
RAJAMUS (Para sí.): Adiós oportunidad de casarme con la princesa…
REY ÓPTIMO: ¡Felicitaciones, muchacho! Y ahora, cuéntanos qué ocurrió allí adentro. ¿Cómo has logrado vencer al monstruo sin sufrir ni un rasguño?
ÉPIKO (Vanidoso.): Porque no ha sido necesario pelear con él.
REY ÓPTIMO: ¿Qué dices? ¿Cómo lo has derrotado, entonces?
ÉPIKO: Lo vencí resolviendo un enigma que Monocornus me formuló.
REY ÓPTIMO: ¡Asombroso! ¿Y cuál era ese enigma?
ÉPIKO: ¿Cuál es el animal que camina en cuatro patas a la mañana, en dos al mediodía y en tres a la noche?
REY ÓPTIMO (Piensa unos instantes.): ¡Por Zerebrus, que no tengo idea!
ÉPIKO: Muy fácil. Ese animal es el hombre: en la infancia anda en cuatro patas; como adulto, en dos piernas y ya viejo agrega el bastón.
REY ÓPTIMO: ¡Qué inteligente! Bueno, ahora que no hay peligro, entremos al laberinto a recoger el tesoro.
ÉPIKO: No es necesario. (Hacia la entrada del laberinto.) Muchachos…
Salen los cinco jóvenes que estaban perdidos en el laberinto. Ellos cargan la olla con el tesoro. Todos aplauden y lanzan exclamaciones de asombro.
ÉPIKO: ¡Silencio, por favor! Quiero decirles que la princesa Mimoxa también es responsable, en parte, de esta hazaña. Ella me dio el hilo y, gracias a él, todos pudimos desandar el trayecto y salir del laberinto.
Todos viva a la princesa, rodean la olla del tesoro y la contemplan, fascinados.

ESCENA 3
Épiko y Mimoxa quedan solos.
MIMOXA: Amor mío, dime ¿cómo supiste la respuesta al enigma?
ÉPICO: Hace pocos días me encontré en Tebas con mi amigo Edipo. Me contó que la terrible Esfinge le había formulado un acertijo; él lo pudo resolver y salvar su vida.
MIMOXA: ¿Y eso qué tiene que ver?
ÉPIKO: ¡Que resultó ser el mismo que me hizo el Monocornus!
Mimoxa ríe, lo abraza. Épiko también ríe.
TELÓN






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